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miércoles, 30 de julio de 2014

La Comunicación Online (en Red),
NO SÓLO ES el Social Media

Existen varias formas que aún hoy se utilizan para hablar de la comunicación en Internet. Así tenemos, social media, web social, redes sociales, comunidad online… pero cada vez nos acercamos más a un nombre que realmente tiene más sentido de manera general, al concepto de estar conectados con miles de personas. La comunicación online o en la red nos permite conectar, mediante las nuevas tecnologías, con un abanico de personas que hubiera sido inviable de otra manera, nos permite estar más cerca de las empresas que nos informan acerca de sus productos y servicios y además podemos tener una comunicación directamente con ellas.
Por todo ello, no sólo es efectivo mencionar el término Social Media, sino que se hace ya imprescindible hablar de comunicaciones online o en la red (Community Networking).

También habría que añadir que una empresa no sólo se comunica en red a través de las redes sociales (Social Media) sino que existen otros nuevos espacios para esta comunicación bilateral, espacios horizontales de comunicación donde intervienen no sólo el emisor y el receptor, sino incluso el canal y sus posibilidades (portales, directorios, prensa digital, webs e intranets para ordenadores, smartphones, tablets…), y ya hasta la smart Tv, nos permite la interactuación constante.

Uno de los esfuerzos del hombre durante toda su historia, ha sido el cómo nombrar las cosas para así captar su esencia y comprenderlas: “Lo que se nombre adquiere fuerza, lo que no se nombra deja de existir”, Czeslaw Milosz. Asimismo, el nombre que le demos hoy día a lo que está pasando en la Web determinará el uso y sentido de nuestro accionar web en el futuro, al menos en el futuro próximo.

Para describir la evolución por la que ha pasado la Web, se han utilizado diferentes términos: Web 2.0, Social Media,  Web Social o ya llegamos casi a la web 3.0. Sin embargo, cada uno de éstos es poco claro respecto a su significado connotativo, es decir,  no evoca de manera clara su propio significado. En cambio, hablar de Comunicaciones online o en red inmediatamente nos transporta a un terreno conocido por todos.

Este término resume la actualidad de la Web de manera sencilla y clara, al menos por ahora.  Las comunicaciones en red es lo que constantemente se presenta en diferentes canales o herramientas tales como Twitter, Facebook, YouTube, Comunidades privadas o intranets, webs con interacción con clientes, directorios y portales web temáticos, entre otras plataformas. Donde estamos conectados unos a otros, creando relaciones que nos llevan a conversar y a generar contenido en diferentes formatos.

Además, ya lo decía Luis Indriago en este post titulado de hace ya unos años, Las redes sociales han existido siempre, “La vinculación de individuos con otros no es distinta a la que se estableció en generaciones conectadas con hilo telefónico, o incluso en épocas pretéritas. Lo que ha cambiado es la densidad y la velocidad de relación. En síntesis, ahora es más compleja. Sólo eso”.

Cuando se entiende que las Comunicaciones online en la red van más allá de crear un perfil  y se aceptan como parte del proceso informativo, es cuando nos damos cuenta lo útiles pueden llegar a ser éstos para conseguir los objetivos que a nivel empresarial o personal deseamos alcanzar. Sólo basta con saber que aquellas cosas que hace unos años eran imposibles o presentaban con infinidad de dificultades, ahora son viables y se pueden llevar a cabo con bastante facilidad, agilidad y eficacia.

Al verlo de esta manera, como comunicaciones online en red y no simplemente como un medio social, seremos más conscientes de que estamos en un proceso informativo de dos vías (bidireccionales y horizontal) que se pueden multiplicar masivamente. Asimismo, hay que sumarles las múltiples conexiones y enlaces entre sí que se van generando y formando una especie de telaraña, donde el final y el principio de una conversación es muy difícil de hallar porque se ha multiplicado y, en muchas ocasiones,  crecido exponencialmente.

Lo importante es ponerle el nombre adecuado a esta actual comunicación, de tal manera que cualquier persona pueda entenderlo. Así se podrá invitar de una forma más sencilla a que todos sean parte de la Web y que utilicen ésta  para volver más eficiente sus procesos y, por qué no, para que lleven sus ideas a la realidad. En definitiva, hablar de Comunicación Online/en red será mucho más efectivo que mencionar los famosos términos tales como Social Media o Web Social,  y de esta  manera estaremos contribuyendo a disminuir la brecha digital tanto de las personas como de las empresas que aún se muestran reticentes a estar en la Web.

Los servicios de MARKARTE en marketing y comunicación engloban acciones offline y online, sabiendo combinar ambos medios con naturalidad y sinergias que confluyen para apoyarse y aportar una solución completa a las necesidades de cada empresa. Desde una campaña de marketing directo hasta un catálogo de productos de venta online, desde la organización de un evento o road-show al diseño de una valla publicitaria, o incluso desde la planificación de publicidad en medios hasta el servicio de community manager en redes sociales.

“Nuestra consultoría estratégica es uno de los puntos de valor añadido que desde Markarte queremos aportar a nuestros clientes. Por ello, sugerimos y planificamos acciones de gran impacto para el público objeto de cada acción, táctica o estrategia”, nos comenta, Pilar Esteban, directora general de Markarte.
Markarte, agencia de marketing y comunicación, creada en 2004 y especializada en Nuevas Tecnologías, seguirá aportando su granito de arena para romper la brecha aún existente en las empresas españolas en cuanto a la utilización de estas nuevas herramientas, su utilidad y su rentabilidad en pro de incrementar los beneficios de cualquier tipo de empresa.

Para más información:
MARKARTE, marketing y comunicación
Madrid: Calle Toledo, 117 - Tel.: 913651915
Valladolid: Calle El Pozo, 24 - Tel.: 615691653

lunes, 14 de julio de 2014

La Prensa en España tiene los días contados
EL NUEVO PERIODISTA NECESITA NUEVAS HERRAMIENTAS

Publico hoy este artículo, en nuestro blog El Arte de la Comunicación que administramos desde Markarte (agencia de marketing y comunicacion), un poco largo sí, pero que merece la pena que leamos todos los que nos dedicamos de una forma u otra a la comunicación (escrita, publicitaria, periodística, promocional, corporativa...).
Algunos sectores más convencidos que otros, algunos más flexibles y con mayor facilidad de adaptarse sin traumas, otros más reacios al cambio, más lentos, pero todos sabiendo que tenemos que movernos en este mundillo hacia lo que ya se nos viene.

Cuanto antes nos demos cuenta mucho mejor, desde el estudiante en periodismo, hasta el gran profesional reputado y con décadas de experiencia. Si te apasiona tu profesión, sé dinámico, entusiasta y aprende, aprende y aprende. Lo nuevo ya está aquí. 

Los días contados de la prensa española


En diez años se extinguirán los periódicos tradicionales en España o se volverán insignificantes en su forma impresa en papel. Lo dice una predicción de Future Exploration Network compartida por la Asociación de la Prensa de Madrid en sus redes sociales. Precisamente las redes sociales representan ya la segunda fuente de información más importante entre los españoles menores de 35 años y la primera entre los menores de 24 años, según el último estudio Reuters Digital News Report 2014. La prensa clásica, los periódicos impresos de las cabeceras que han acompañado a la democracia española desde la Transición, tienen los días contados.

El año 2014 está siendo un año de cambios profundos en España. Juan Carlos I, el rey que simbolizó la transición de la dictadura hacia la democracia, ha dado paso a su hijo Felipe VI para que simbolice, a su vez, el paso hacia un nuevo futuro. Por otro lado, los resultados de las pasadas elecciones europeas han confirmado que el sistema de partidos imperante desde la llegada de la democracia está en entredicho. También se ha puesto en duda el sistema de organización territorial del Estado y, sobre todo, se ha puesto fin al optimismo que reinaba en la sociedad acerca de sus posibilidades de bienestar en el futuro. Hoy mandan el miedo y la incertidumbre.

Pero no son los únicos ejemplos de cambios en los tiempos recientes tras una generación sin movimientos traumáticos en el panorama político y social español. En las últimas semanas se han publicado una serie de datos que avisan sobre el destino de otro actor que ha acompañado a los españoles a lo largo de la democracia: la prensa española tradicional está enferma y no tiene cura. No es que vaya a morir el periodismo, pero sí el formato clásico del periódico impreso en papel. Y puede que esta muerte se lleve con ella a alguna cabecera que nos ha acompañado a lo largo de las últimas décadas.  


La última década de los periódicos

Un estudio de Future Exploration Network, una red global de empresas y organizaciones que tiene el objetivo de prever escenarios de futuro para la toma de decisiones (es decir, los que analizan y crean las tendencias), asegura que a la prensa tradicional española le quedan diez años de vida. Al menos en ese tiempo “su formato actual se volverá insignificante”, afirma. Es decir, en una década se dejará de vender periódicos en los kioscos.   


El caso de España no es el más inmediato. El cambio revolucionario que se avecina afectará primero a la prensa anglosajona, siempre a la vanguardia de las transformaciones. Así, la prensa tradicional de los EEUU pasará a la historia en fecha tan cercana como 2017 y la del Reino Unido en 2019. En el resto de Europa se lo tomarán con más calma. La prensa francesa existirá en su forma impresa hasta 2029 y la alemana hasta 2030. Y los últimos en el mundo en ver un periódico impreso serán los argentinos en 2039. Esas fechas parecen lejanas, pero ocurrirá en solamente 25 años.



La causa de esta muerte del periódico en papel es evidente: Internet. La revolución que ha provocado la red ha supuesto un cambio en la comunicación solamente comparable a la aparición de la imprenta hace 500 años. Son inventos que rompen el mundo concebido hasta ese momento, ya que si la imprenta permitió multiplicar el número de personas que recibían información, internet rompe el concepto del espacio y del tiempo porque permite la distribución de esa información por todo el mundo en cuestión de segundos.

Esa es la clave del futuro, según Future Exploration Network. Los periódicos dejarán de ser estrictamente nacionales para traspasar las fronteras y convertirse en medios globales, un proceso en el que el papel impreso es un estorbo. Una rémora para nostálgicos. Solamente los medios que sean capaces de romper las fronteras y adaptarse sobrevivirán. No porque es tecnológicamente posible, sino porque ya es una demanda dominante.

Otro estudio publicado recientemente, el Reuters Digital News Report 2014, dice que más del 60 por ciento de los menores de 35 años emplea como segunda fuente de información las redes sociales”. Es decir, la actual generación adulta ya consume más información en internet que a través del papel. Y la tendencia va en aumento, ya que, según señala el mismo estudio, los jóvenes entre 18 y 24 años prefieren internet incluso por delante de la televisión. El fin del periódico en papel está servido y que tiemble la televisión a largo plazo.

Datos del estudio Reuters Digital News Report 2014. 
Sin embargo, el fin de un soporte de comunicación no debe significar necesariamente el fin de la empresa periodística que lo administra. Pero en España la crisis del soporte va de la mano de la crisis de la empresa editora.

En un análisis del periodista Carlos Díaz Güell publicado en Zoom News el pasado 22 de junio, el diagnóstico no puede ser más sombrío: “El escenario de los grupos de comunicación españoles -rama prensa escrita-, es estremecedor y los últimos resultados conocidos no permiten albergar demasiadas esperanzas”. Las causas de este escenario serían, según el periodista, “una considerable caída de lectores, una descomunal mengua de la tarta publicitaria, un errático comportamiento del mundo digital y la acumulación de costosos errores cometidos en el pasado”.   

Díaz Güell destripa los últimos números de las cuentas de las principales empresas editoras españolas y muestra un panorama inquietante:

·   Vocento (ABC): “Perdió en los tres primeros meses de este año 6,4 millones de euros, y aunque reduce las pérdidas en 1,3 millones con respecto al mismo periodo del año pasado, llueve sobre mojado, ya que pese a las mejoras de 2013, los ingresos de explotación en periódicos se sitúan en 428,6 millones, un 9,6% menos que en 2012. En definitiva, Vocento tuvo unas pérdidas en 2013 de 15,1 millones de euros, cifra inferior, bien es verdad, a los 53,3 millones del año anterior”.

·   Prisa (El País, Cinco Días, As): “En 2013 registró unas pérdidas de 648,70 millones de euros, lo que supone un 154,4% más que en 2012 y al cierre del último ejercicio, la deuda neta total ascendía a 3.227 millones de euros, 144 millones más que un año antes”.

·    Unedisa (El Mundo, Expansión, Marca): “El resultado de explotación del grupo fue en 2012 de 32 millones de euros negativos, y el resultado antes de impuestos registró también unos número rojos de 69 millones. La pérdida final del grupo editor, registrados los deterioros de activos por los malos resultados continuados de las distintas cabeceras, se ha elevado a 511 millones. (…) El 30 de septiembre de 2013 Unedisa presentaba un resultado de explotación negativo de 7,6 millones, 1,5 millones más que en el mismo período de 2012, es decir un deterioro del 24 por ciento”.

Millones de euros de pérdidas para las empresas que tan sólo una década atrás eran los gigantes españoles de la comunicación, con un poder inmenso en la creación y gestión de la agenda pública (“agenda setting” como decía Walter Lippmann) y una influencia política y económica considerable.

Hoy ese poder no existe y mucho menos la independencia que otorgaba esa influencia, ya que las deudas millonarias hacen surgir la pregunta si no son en realidad los acreedores los que deciden una agenda cada vez más fugaz, en la que la velocidad y la intensa competencia con los pequeños medios digitales marcan los tiempos y los tonos de los contenidos. Los grandes periódicos españoles están en crisis. No solamente en sus números. Son como gigantes desorientados que tratan de encontrar un hueco en el mundo de la modernidad líquida” (Zymunt Bauman) en el que lo que cuenta es la flexibilidad y la incertidumbre.


Un cambio generacional

Hace cuatro décadas, en los años 70, la prensa vivió otro tiempo de transformación. El franquismo agonizaba y la democracia comenzaba a asomarse poco a poco. La prensa escrita (llamada así para diferenciarse de la radio y de la televisión) era la reina del periodismo, la que marcaba la tendencia. Los periódicos del franquismo eran antiguos, en estilo, aspecto y contenido. Reflejaban el tiempo anterior, en el que habían funcionado como correas de transmisión de un régimen que quería tenerlo todo atado. No eran aptos para ocupar un lugar central en la futura sociedad democrática española. Por eso, el diario El País, fundado en 1976, simbolizaba ese cambio inevitable en España que era también cultural, social, económico y generacional, además de político.

Primera portada de El País, 1976.
En un reciente laboratorio de periodismo celebrado por la Asociación de la Prensa de Madrid, el periodista Enric Juliana definió el papel que jugó El País en esos días. Su rol, crucial, era “la reordenación de la narración en España”. El País seguía el modelo anglosajón basado en el estilo narrativo objetivo, que tuvo en el caso Watergate su momento estelar y catapultó a la prensa al pedestal del llamado cuarto poder”. España salía de una dictadura que duró una generación, y la que iba a tomar el relevo necesitaba un nuevo estilo narrativo para contar lo que estaba pasando. El diario El País supo adoptar ese estilo e implantarlo en España, lo que le valió una influencia prácticamente hegemónica.

Han pasado 40 años desde la fundación de El País y, de la misma manera que en los años 70 la generación joven de entonces quiso hacerse con el mando, una nueva generación pugna hoy por suceder a sus padres que hicieron la Transición. Vivimos de nuevo días de cambio, también cultural, social, económico y en cierto modo político. Estos momentos de cambio tienen también su propio estilo narrativo. En este caso se trata del relato, o storytelling. Este estilo es consecuencia directa de la era posmoderna en la que se prima la brevedad, la anécdota y el entretenimiento por encima de la información.

Hoy los medios de comunicación no tratan de proporcionar sólo noticias a sus lectores, sino que aspiran poder competir en el mundo inabarcable de internet en el que coinciden millones de mensajes al mismo tiempo y que la mente humana sencillamente no pude asimilar. Vivimos en un mundo de “sobrecarga de la información”, como escribió Christian Salmon, autor de la obra de referencia que nos advierte sobre los efectos del “storytelling”.


Un nuevo estilo para un nuevo tiempo

Las personas son convertidas en consumidores que eligen entre millones de mensajes a los que prestan atención de la misma manera que escogen cualquier otro producto de consumo. Por eso las técnicas de los medios de comunicación para atraer a esos consumidores están más cerca del marketing que del periodismo. El storytelling, el relato, es hoy la piedra angular sobre la que gira el periodismo. Salmon lo describe perfectamente: “Queremos relatos íntimos, sorpresas, golpes de efecto. Lo último just in time. Sin tiempos muertos. Emoción en flujo continuo”. Nada de periodismo objetivo.

Lejos queda la época de la crónica periodística que exige al lector que se tome su tiempo para repasar la actualidad con cierta atención. Este es el estilo que catapultó a El País al Olimpo del periodismo hace una generación. Hoy sólo se puede aspirar a atrapar al lector de forma fugaz, y la única manera de conseguirlo es entreteniéndolo y llamándole la atención con una historia jugosa en Facebook y en Twitter. Se considera un éxito si pasa del titular y entra a ojear el texto antes de que pase a la siguiente historia.



La prueba es que se está multiplicando la consulta de información a través de los teléfonos móviles
. Como informa la web media-tics.com: “Los smartphones han superado en audiencia a la TV en Estados Unidos. Los ingresos móviles ya representan el 60% del consumo de información en algunos mercados y es el segmento que más crece con diferencia”. Nada menos reposado y tranquilo que la consulta de información a través del móvil, un soporte en el que “la información deberá ofrecerse en capas sucesivas, modulable, escalable. Consultaremos durante unos pocos minutos titulares y resúmenes, luego visionaremos lo que nos interese y navegaremos por diferentes opciones, ampliaciones, referencias, informes, imágenes, ante una amplísima oferta de opciones relacionadas, producidas por la misma editorial o por cualquier otra”, explican en media-tics.com.


Pero la nueva era de la rapidez a través de internet lo es también de la pérdida de calidad de la información. Un estudio realizado por ING recogido por la web trecebits.com, solamente el 20% de los periodistas online comprueba los datos de sus artículos antes de publicarlos. “Al parecer más que la precisión, se sigue premiando la velocidad”, informa la web. “La mayor parte de los periodistas señala que incluso llega a publicar cuando ya tiene escrito un 60% del texto que quiere hacer, y después continúa ampliando la información”. Llegar antes que la competencia, aunque sea equivocándose, para arañar ese minuto de atención al lector en internet, aunque lo que se escriba no esté contrastado.  


Hoy, lo que da ganancias es la desenfrenada velocidad de circulación”, escribió Zygmunt Bauman, el eminente sociólogo que teorizó sobre la llamada “modernidad líquida”. Estamos viviendo tiempos en los que lo sólido se resquebraja y es inundado por lo líquido que es, por definición, móvil y constante y tiende a arrasar lo sólido. Nada se salva de esta modernidad líquida. “Los códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estables, y por los cuales era posible guiarse, escasean cada vez más en la actualidad”, advirtió Bauman.

Este autor citó a otro profundo observador de nuestro tiempo, el sociólogo Ulrich Beck, que ha acuñado el término “categorías zombis” e “instituciones zombis” para describir a las que “están muertas y todavía vivas”: aquellos representantes de otros tiempos más sólidos a los que la modernidad líquida ha vaciado de contenido o cortado el oxígeno, pero que se resisten a desaparecer definitivamente.       

Tras acompañarnos durante todas nuestras vidas, a los periódicos españoles tradicionales les queda sólo una década de vida antes de convertirse en otra cosa. No sabemos si sus cabeceras sobrevivirán a la transformación. Sólo lo conseguirán si logran adaptarse a la nueva realidad. Entonces sabremos si no son ya unos zombis que siguen vivos a pesar de haber muerto.

Fuente original: http://ssociologos.com/2014/07/08/los-dias-contados-de-la-prensa-espanola/

Autor: Michael Neudecker

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domingo, 6 de julio de 2014


La ley de Cookies,
ya hay trucos para saltársela

Implantar la "ley de cookies" está siendo un verdadero calvario para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas y cumplirla a rajatabla, puede llegar a ser un arduo trabajo.
Además de todo esto, nos encontramos ahora de ya hay trucos para que los que realmente controlar y monitorizan puedan saltársela...


El siguiente artículo de EL MUNDO, nos lo cuenta más detalladamente:

Entra usted por primera vez en una web y aparece un molesto texto que dice no sé qué sobre 'cookies'. ¿Le suena? Desde finales del año pasado, las páginas web que instalan ficheros de seguimiento en los ordenadores de sus visitantes están obligadas a lucir este texto, que avisa a los nuevos y les da la opción de no ser monitorizados. Pero la información que recopilan las 'cookies' es oro para muchas empresas, que no están dispuestas a perderla tan fácilmente. Así que abundan todo tipo de trampas para saltarse la ley.


Una 'cookie' ('galleta') es un fichero, usualmente de texto, que la web que visitamos instala en nuestro ordenador y usa para monitorizarnos. Cada vez que volvamos al mismo sitio, se pondrá en contacto con la 'cookie' que nos "enchufó" y así sabrá quién somos, de dónde venimos o qué webs hemos estado visitando. Las 'cookies' se almacenan en un sitio estándar de nuestro ordenador, al que podemos acceder desde las preferencias del navegador para verlas, borrarlas o especificar que no queremos 'cookies' de nadie. En este caso, los servicios en la web que exijan registro no nos funcionarán, pues las necesitan.


Pero las 'cookies' tienen otros usos, como nos avisan los textos estándar que en los últimos meses estamos viendo en multitud de webs, también la de EL MUNDO: "Utilizamos 'cookies' propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra Política de 'cookies'". El visitante puede aceptar el trato, informarse mejor en la página de 'Política de Cookies', o simplemente marcharse y no volver.


Las 'cookies' que monitorizan nuestros hábitos de navegación sirven para crear perfiles individualizados, lo más precisos y exhaustivos posibles, sobre nuestras características personales, intereses y comportamiento en Internet, cara a mostranos publicidad personalizada. Este uso de las cookies es el más abundante y, ya en 2002, la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI)legislaba sobre su uso, entonces minoritario frente a la avalancha que vivimos hoy. Pero la solución que proponía la ley, que los usuarios pudiesen rechazar de entrada la implantación de cookies en sus equipos, topó con la nula colaboración de la industria y convirtió la ley en papel mojado.


El fenómeno siguió creciendo hasta que, hoy en día, en una misma página puede haber más de 50 dispositivos de seguimiento recopilando datos de sus visitantes, según el director de la Agencia Española de Protección de Datos, José Luis Rodríguez Álvarez: "La gran mayoría de estos archivos de 'tracking' no son gestionados por el titular de la página, sino por terceros, sean redes de publicidad o compañías especializadas en recopilación de datos". Estos terceros son una minoría que controla todo el mercado, de forma que una sola compañía puede estar presente en más del 70% de páginas. Según Rodríguez, "esto les permite combinar la información recabada en las distintas páginas y obtener una imagen muy completa de los usuarios individuales, sin que la mayoría sean consciencies de ello".

El riesgo "muy real", según el director de la AGPD, es que no sólo agencias publicitarias utilicen esta información, también servicios secretos y agencias de seguridad. Incluso, afirma, "existen otras muchas posibilidades de explotación de alto impacto, como puede ser inferir grados de solvencia económica, probabilidades de comportamientos violentos, estados de salud o riesgos de contraer enfermedades. Los datos recogidos por medio de estos dispositivos son una suerte de materia prima que permite otros muchos modelos de negocio". Así la cosas, el artículo que en la LSSI regulaba las 'cookies' se modificó en 2012 para aplicar progresivamente una nueva normativa, la actual, sobre 'cookies' (PDF).


Pero hecha la ley, hecha la trampa, explica el investigador y editor del blog SecurityByDefault Alejandro Ramos: "El usuario medio sabe que si borra las cookies de su navegador las compañías de monitorización no podrán seguir su actividad en la red. Pero esto ya no es así. Borras tus cookies pero ellos son capaces de seguir sabiendo quien hay al otro lado del ordenador. Además, con el uso de estas técnicas alternativas las compañías han encontrado una puerta trasera en la ley que permite no tener que avisarles de que están siendo monitorizados".


Ramos ha realizado una investigación de estos nuevos métodos de monitorización en la web, que resume en el artículo 'Cazadores de mitos: la privacidad en Internet', donde afirma: "Existen varias formas de controlar la actividad de un usuario en Internet. Como por ejemplo, saber que páginas has visitado, desde qué búsqueda ha llegado a nuestra web, por qué zona has movido el ratón o qué teclas has pulsado en nuestra página web. ¡¡Ehhh!! ¿Perdón? ¿Qué teclas he pulsado en vuestra web? Sí, y además da igual que elimines las 'cookies'. Las 'cookies' son del pasado".


Las nuevas técnicas de monitorización que trascienden las "cookies" de toda la vida se engloban en dos grupos: por una parte, los ficheros de seguimiento que no se almacenan en el "baúl" de las cookies, sino en una pequeña memoria del ordenador, llamada "caché". De esta forma, por mucho que pinchemos la opción "Eliminar cookies" en el navegador, estas no desaparecerán a no ser que le demos a "Borrar caché". Y a veces ni así.


El otro gran grupo de técnicas es la "huella digital": no se introduce nada en nuestro ordenador sino que se nos identifica a partir de las características de nuestro sistema, como pueden ser la resolución de pantalla, huso horario, zona geográfica, plugins, fuentes instaladas o versión del navegador. Aunque parezca increible, un sitio web puede identificar así a un usuario que vuelve a visitarlo con un 95% de acierto.


El gran peligro, explica Ramos, es que al no almacenar datos en nuestro ordenador, la huella digital "no queda sometida a la actual legislación de cookies". Es por ello una práctica de monitorización cada vez más usada, Ramos la ha detectado en las webs de la NASA, Gizmodo, Der Spiegel o Pcgames. En cambio, almacenar métodos de seguimiento en la caché sí está contemplado por la llamada 'Ley de cookies', que engloba todo tipo de "dispositivos de almacenamiento y recuperación de datos en equipos terminales de los destinatarios". Los usuarios, por tanto, deberían ser notificados.


Pero en la práctica no lo son, afirma el investigador: "Muchas empresas sólo avisan cuando usan 'cookies'. Si usan la caché deberían avisar también, pero no lo hacen. Y además no deberían usar la caché ya que esa no es su función, sólo es un truco para tener más éxito en la monitorización". Ramos asegura que quienes usan estas tácticas no son piratas, sino corporaciones, empresas de Internet e incluso medios de comunicación: "Me ha sorprendido que tres periódicos nacionales tuviesen contratados servicios con empresas extranjeras para este tipo de actividad".


Ramos se refiere en concreto a un método de seguimiento basado en una cabecera de la caché llamada 'Etag'. Ya en 2011 la compañía Kissmetrics fue investigada por ofrecer este servicio a miles de sitios, entre ellos Spotify. Hoy se sigue usando, pero hay además muchas otras técnicas, como las 'cookies' que se re-crean después de haber sido borradas, o las 'evercookies' que, según documentos filtrados por Edward Snowden, la National Security Agency (NSA) podría usar para localizar a usuarios de la red Tor. La 'evercookie' sería como un testigo, explica Ramos: "Marcan el ordenador en Tor y luego esperan a que en alguna otra web en Internet puedan leerlo. De esta forma pueden enlazar ambas identidades y averiguar la real".
Ramos teme por los usos que se puedan dar a estas decenas de cookies alternativas que han aparecido y siguen apareciendo, sin control: "No se conoce para que será usada la información que recopilan", afirma. Ramos desconfía, como el director de la AGPD, de las grandes empresas de monitorización de usuarios que tienen presencia en muchísimas páginas web: "Pueden tener los datos de clientes de compañías que son competencia entre sí y, por ejemplo, venderme publicidad de los medicamentos que he visitado o comprado en otra empresa. O, exagerando un poco, en un gobierno con mayor opresión esta información podría suponer la carcelación por motivos políticos o sexuales".


Cómo eliminar las nuevas 'cookies'
Alejandro Ramos* ofrece en la presentación de su investigación  diversos consejos para convivir con las nuevas y agresivas formas de seguimiento de algunos sitios web:

Pensemos que no hay manera de librarse
  • Única opción: navegar en modo privado "InPrivate" o "Incognito". Esto deshabilita la caché.
  • Vaciar la caché del navegador al terminar de usarlo (se puede automatizar en las preferencias del navegador)
  • Cerrar el navegador al terminar de navegar.
  • Utilizar extensiones como "AdBlock", "Private Browsing", "Disconnect" y "SecretAgent".

* Alejandro Ramos, editor de SecuritybyDefault y uno de los grandes 'hackers' nacionales.

Fuente original: http://www.elmundo.es/tecnologia/2014/07/06/53b68270268e3e1b3c8b4575.html


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